domingo, 5 de abril de 2009

Domingo de Ramos, en la Capilla de La Rosa Mística, Casa llena los feligreses levantaron con mucho ánimo las palmas para ser bendecidas.

Domingo de Ramos, en la Capilla de La Rosa Mística, Casa llena los feligreses levantaron con mucho ánimo las palmas para ser bendecidas.

La cita era para las doce, en la Capilla de la Rosa Mística de Los Naranjos, en la Avenida Sur 2 de Los Naranjos. Allí las palmas originarias de Barlovento comenzaron a ser repartidas entre los asistentes, para conmemorar una vez más el domingo de ramos, el Padre Daniel Inacio práctico con la feligresía alguna de las canciones para el momento. El ambiente natural, los jardines y flores de esta capilla envolvió a todos para crear un clima espiritual en esta celebración de Semana Santa, a casa llena comenzó la ceremonia bendiciendo las palmas y luego transitando por las veredas hasta la capilla, donde se oficio la santa misa. El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos. En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada. Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. . Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey. San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto". Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa. Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos. Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo. La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.
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Domingo de Ramos, en la Capilla de La Rosa Mística, Casa llena los feligreses levantaron con mucho ánimo las palmas para ser bendecidas.